lunes, 17 de septiembre de 2012

el cuento de terror más corto del mundo

Un cuento breve es un desafío para quien lo escribe y, posiblemente, para nadie más.  Al menos, cuando se ejecuta bien. Se puede contar una historia en dos frases y, si se cuenta con los recursos, en menos de diecisiete palabras o 75 caracteres.  Hacerlo con elegancia es más difícil; conmover al lector, un reto.

Augusto Monterroso escribió uno de los cuentos más breves de la literatura universal.  Yo tenía aproximadamente doce años cuando lo leí.  En ese momento descubrí que tengo una debilidad por los cuentos breves:

 "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí"

Toda interpretación es correcta. El espectro entre la alegría, la indiferencia y el horror de encontrar (o dar por perdido) al dinosaurio se extiende a millones de escenarios. Participamos de forma dinámica en la creación del relato al aportar las piezas que no se ven.  Pero limitar el número de posibilidades a un grupo concreto y aterrador requiere pericia.  Es un juego distinto.




Fredric Brown publicó en 1948 una historia corta, Knock ("golpe"). La historia de terror más corta en inglés:

"The last man on Earth sat alone in a room. There was a knock on the door."

("El último hombre en la Tierra se sentó solo en un cuarto. Hubo un golpe en la puerta", someramente traducido...)

Hubiera sido el relato hiperbreve perfecto si Brown no hubiera decidido continuarlo.  No quiero arruinar el escalofrío inicial de esta historia pero, si quieren indagar más sobre el tema... 

Un cuento de terror corto tiene una vida breve porque los miedos cambian con cada era. Cada día aprendemos algo más de la naturaleza humana y de nuestra relación con el universo.  El terror está en esos lazos que nos conectan con los demás, con la realidad.  ¿Cuándo fue la última vez que sintieron miedo, sacro y legítimo, al ver una película de vampiros?

En un cuento de horror breve, la premisa debe suspender por un instante la realidad, cortar los lazos.  El horror no está en el relato sino en su capacidad de hacernos profundizar en nuestros propios miedos.  Se corre con un riesgo: el éxito de la historia depende de la reacción que genere.  Vale la pena.

Aquí está el cuento de terror más breve que he escrito hasta el momento:

"¿Tú también crees en fantasmas?", preguntó Anna.  Pero el cuarto seguía vacío, siempre vacío. 

Con suerte, algún día escribiré algo mucho más corto.  Ese día ni ustedes ni yo podremos dormir.









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