jueves, 13 de septiembre de 2012

introducción autoindulgente


"Tengo un libro... sólo me hace falta encontrar a alguien que lo publique".

Meses enteros de repetirme a mí mismo ese mantra comenzaron a hacer mella: desde el invierno del 2011 me había vuelto uno de esos peculiares habitantes de la calle que detienen a transeúntes incautos para mostrarles el ratón bailarín que vive en una caja de zapatos que encontraron en la casa de Nietzche.  No me estaba sintiendo muy bien.

Mis amigos me preguntaban con una mezcla de sorna y lástima sobre el libro.  Yo la verdad no sabía qué responder.

"Tengo un libro... sólo me hace falta encontrar a alguien que lo publique".




Me estaba esclavizando a ese libro invisible:

  1. Aliené a las dos o tres personas a quienes pudo interesarle.
  2. Exasperé a quienes les importaba poco
  3. Quemé los puentes con el mundo editorial al mandar miles de manuscritos desordenados.


¿No sería chistoso que el paranoico tuviera razón sobre todas las conspiraciones que se ciernen sobre él?  La ironía del asunto me seduce.

Por eso comencé este blog: para ir deshaciéndome de ese libro invisible y seguir adelante con mi vida.

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